En el post Arco2011,
hablaba sobre las tendencias del mercado del arte tomando Arco como referencia.
El precio en el mundo del arte es un dato cualitativo muy importante, más allá
del dinero. Cuando queremos comprar y no conocemos cómo evaluar la calidad, nos
guiamos por el precio, pensando que a mayor precio mayor calidad y por lo tanto
valor.
Esta escultura del
argentino Martín Di Girolamo era muy llamativa. Su
obra es considerable como una continuación contemporánea del retrato del
desnudo de la mujer. En este
caso, diosas modernas omnipresentes en el imaginario colectivo, como las antiguas
deidades grecolatinas. Podríamos decir que de una manera particular, Di
Girolamo es un escultor clásico. Esta pieza (“Eva”) valorada en 10.000 U$, de resina epoxi, esmalte sintético y óleo, disponía de 5 copias, una vendida en ArteBA
2012. Medidas 110 cm x 27 cm x 32 cm.
Es un error acudir a
una feria de arte como si fuera un museo, también lo es acudir como si fuera un
parque temático, en los dos casos la decepción es inevitable. El principal sentido
de las exposiciones es vender, a diferencia del museo, espacio que sirve para
almacenar y exponer las obras de los artistas que han trascendido la Historia
del Arte. Ana Sacerdote, fotógrafa y pintora argentina, estuvo presente con sus pinturas de
los años 50 y 60, abstracciones de carácter clásico, composiciones cromáticas
que expresan un refinado conocimiento del color. Es patente su formación del
periodo de formación en París del 56 al 59. Sus obras son un ejemplo de
clasicismo artístico, a pesar de no dejar de lado la búsqueda expresiva.
En la ferias, el arte
se juega su paso a los museos. De manera inmediata si una fundación museística
la adquiere para su colección, e indirectamente con el enriquecimiento de la
galería y por ende sus artistas con su presencia y con el volumen de ventas. Se
entiende, de manera superficial, que el éxito de un artista es proporcional al
valor-precio de sus obras. Esta ecuación depende de la relación entre
galeristas, mecenas, inversores, coleccionistas y demás profesiones que giran
entorno al rubro. “Saca el arte de la caja”, la caricatura conceptual del
tucumano Martín Guiot, hace referencia a esta realidad. El precio
del conjunto era de 2.800 U$.
Imaginar que estás
ante la obra de arte del que hablarán los estudiosos e historiadores de un futuro
cercano, haber estado a unos pocos miles de dólares de adquirir una pieza que
10 años después duplicó el valor, son estímulos que caracterizan la
extraordinaria naturaleza de las ferias de arte. Encontrar un asequible Goldenstein a 2.500 U$, hace preguntarnos si esa misma
fotografía no habrá duplicado su valor en unos años y nos hace participar de la erótica del arte...
Gracias al ojo de lince del galerista Fernando Pradilla, el asturiano Germán Gómez, afincado en Madrid desde hace años, estuvo presente en esta edición de ArteBA. Sus fotografías intervenidas demuestran un gran sentido de la composición y un gusto particular por la fotografía. Cada pieza única salía 1.800 U$. Guardo con él el orgullo de haber estudiado en la misma facultad de Bellas Artes, la cuál siento presente como un lejano eco en su obra, trayendo a mi mente buenos recuerdos.
En el contexto de
feria en el que se potencia tanto la competitividad, el despliegue y la
selección de las exposiciones se convierte en fascinantes eventos de
inteligencia y creatividad, en constante debate entre la originalidad, lo
social, lo puramente estético, o sencillamente rentable. Aquí, sobre pared de
pelos, el gato galáctico de la galería platense Felina Superheroína, ubicada
en la zona novel de ArteBA que veremos más adelante. 3000 pesos argentinos.
Me identifico con el famoso “espectador medio”, es decir, alguien que tiene como hobby asistir al mundo artístico. Esta no es una aclaración pasajera. Este artículo está planteado desde ese lugar y no de otro, con la misma carga de ingenuidad y curiosidad que cualquier persona ajena al mercado pudiera tener.
La popularización
del acceso a las ferias y el desarrollo cultural, ha calado en las ferias de arte.
La industria cuenta con el potencial comprador turístico y se acomoda felinamente
a sus posibilidades. El visitante es vulnerable en términos de inversión, pero
fácil de satisfacer, puede que le guste una obra y la adquiera por ello, sin
intención de invertir. Aquí la pieza “Ella juega duro” de Marcos Figueroa, en la que el artista vuelve a recurrir a
la imagen de Marilyn Monroe mediante alambre de púas clavada a la madera. Hay
un contraste claro con la obra “Libertad”, representada con el escudo de la
República Argentina, concediendo un juego metafórico de otro vuelo. Este es un
ejemplo del mismo autor dirigiéndose a dos públicos diferentes con la misma
técnica artística pero con diferente lenguaje. Figueroa enseña artes en la
universidad de Tucumán. “Ella juega duro” costaba 5.000 U$, “Libertad” 15.000
U$. Hasta donde sé, solo se vendió “Ella juega duro”.
Una feria puede estar
más preparada para un tipo de público u otro en función del lugar donde sucede.
Por ejemplo, en Arco Madrid el perfil estrella es el coleccionista europeo que
aprovecha la ocasión para comprar arte y pasear. Un perfil extranjero,
adinerado y asesorado. En este sentido, la galería neoyorkina “Y Gallery” tenía
un planteo más parecido al europeo que al de ArteBA. Trajo obra del fotógrafo
Ryan Brown, alto fotógrafo estadounidense, de estilo
reportaje y con preferencia por el blanco y negro. Sus fotografía ilustraban a
un pintor mostrando sus obras a posibles compradores en su propio taller. La
cara aparece oscurecida y sus cuadros son totalmente blancos o totalmente
negros. Pareciera sugerir que podría ponerse el rostro de cualquier artista y
cualquier imagen de sus obras en esos espacios vacíos, convocando uno de los
rituales que más se repiten en la industria del arte, la venta de la obra en
palabras del propio artista a posibles compradores.
El visitante, quiere
saber y entender. Y, eventualmente adquirir la obra. ArteBA apuesta por esa
cercanía. Los precios son muy razonables y los artistas suelen estar en la
galería para explicar personalmente su obra. Este cuadro-cartel, bien
simpático, pone en cuestión el valor de la pieza frente al valor de su
concepto. El joven artista Nani Lamarque, de Mar del Plata, juega con maestría con
las contradicciones de la industria del arte. Con su obra se pone en conflicto
el valor de la pieza (única y exclusiva) contra el valor de su representación
(infinita). ¿Qué ocurre cuando una obra puede recogerse en una imagen y
difundirse gratuitamente, deja de tener valor artístico, deja de ser arte? ¿Dónde
se agota una obra de arte, en el despacho de su comprador, o en los medios de
comunicación? “¿Cómo te diste cuenta que soy de clase media?” valía 700 U$.
Evidentemente,
también las obras que presumen de virtuosismo son fáciles de encontrar en las
ferias de arte que quieren acercarse al visitante (y a su bolsillo). En contra
de lo que acabamos de ver, el valor de la pieza está en la pieza en sí, no en
su imagen. El virtuosismo como producto es el producto más seguro en el comercio
del arte, pero con los tiempos que corren también con los que menos se gana. Este
increíble óleo, del brasileño Éder Roolt representa muy bien ese tipo de arte.
Algo que funciona
muy bien, casi en cualquier tipo de feria de arte, es el arte pop. Su facilidad
para conciliar fetichismo, alta y baja cultura, se acomoda casi perfectamente a
cualquier tipo de público, tanto los que buscan una pieza para destacarse ante
sus amigos como los que quieren invertir. Es el arte que cae bien a todo el
mundo hasta el cinismo. Encontré un ejemplo en el que el pintor internacional Henrique Liberal Cardoso, en virtud del cariño que tiene
por su galerista Isabel Anchorena, la retrata y le regala el cuadro. La
galerista lo tiene en venta por 4000 U$, junto a dos retratos de igual técnica
-Mick Jagger (2010) y Briggite Bardó (2010)- al mismo precio.
A diferencia de lo
que pasaba hace unos años, hoy el “espectador medio” ya no se conforma con
acumular datos, sino que compara, consulta y aprende a corregirse. La sofisticación
informática en combinación con la tecnología 3.0, la internet de los últimos
años, han sido las causas de esta revolución global. “El negativo más largo del
mundo” (como jura la placa Guinnes colgada a su lado) de Esteban Pastorino Diaz, el otro español que encontré en esta
edición de ArteBA. Es impresionante, un paseo de 15 minutos por pleno centro de
Buenos Aires para lo que tuvo que ingeniarse una cámara panorámica a medida. Al
presentarse el negativo por el valor del record, éste se devalúa instantemente
cuando consultas en internet y compruebas que el mismo autor superó su propio
record en Nueva York en noviembre de 2011. Esto pasó antes de inagurar ArteBA,
pero perfectamente podría haber sucedido durante la exposición, repercutiendo
automáticamente en su recepción y por supuesto en su precio, más si tenemos en
cuenta la voluntad nacionalista de la muestra. En la página web se pueden
apreciar ambos negativos. Pastorino también estuvo presente en el post de Arco
2011.
Es importante marcar
la diferencia entre el que busca valor a cualquier precio y el que busca precio
a cualquier valor. Es un lujo poder ver la obra de la argentina-americana Liliana Porter, “Triptych with levitting rabit” (2008). Su expresividad contenida,
enormista desde lo diminuto, elegante y tacto cuidadoso, están patentes en esta
supertríptico. Liliana Porter ha expuesto en la TATE
Modern Collection (Londres), Museum of Modern Art, (New York) o la Whitney Museum
of American Art (New York), y reside en Nueva York desde 1964. Pocos artistas
podían presumir de semejante currículum en esta edición de ArteBA. La obra
estaba valorada en 120.000 U$. Eran las menos, las
obras que superaban los 20.000 U$.
En ese sentido, es
destacable la presencia de Marta Minujín con sus paneles
cubiertos de escotín de colchón pintados a mano con colores fosforitos recortados
a mano colgados en elipse en movimiento circular flotante. Tardó dos meses en
confeccionar cada panel, valorados en 25.000 U$ cada uno, haciendo un total de
300.000 U$ la obra entera. Que yo sepa, no se vendió ninguno. Minujín fue
becada en París en 1961 donde estudió arte, donde entra en contacto con
artistas informalistas al igual que Ana Sacercote. Sin embargo está claro que
el camino por el que se decantó ha terminado siendo muy distinto.
Marta Minujín es una
artista argentina polifacética de larga trayectoria. Personaje popular y
televisvo, Minujín se mantiene en perfecta forma en el mundo del arte, está en
constante producción de piezas originales y alocadas que despistan la seriedad
de los críticos. Es nacionalmente conocida por la frase “arte, arte, arte”. Sus
fotografías de 1996 realizadas en Londres entregándole a la doble de Margaret Thatcher
el maíz equivalente a la deuda externa estaban valoradas en 30.000 U$ cada una.
Fueron adquiridas por el MALBA, que ya posee la fotografía que se hizo con Andi
Warhol, con la misma pose, por lo que podríamos decir que esta adquisición
estaba cantada, poniendo en evidencia aún más la genialidad de Minujín.
Las galerías siguen
apostando por la probocación. Estas obras aspiran a generar polémica, si no lo
consiguen podrían considerarse fracasadas. La galería Document-Art apuesta por
ello trayendo el tríptico “Las Zarzas”, del uruguayo Juan Burgos. Este tríptico
tiene su historia, el autor lo hizo para la bienal del Cairo del 2010. Entonces
estalló la primavera árabe y todos los directivos se esfumaron. Juan Burgos dio
el tríptico por perdido hasta que un día le avisaron que podía ir a recogerlo
al aeropuerto de Montevideo. Tiempo después se lo concedió a la galería
Document-Art. En palabras del propio autor, “Las Zarza, en alusión a la que se revela el ángel de Yavé, está ardiendo, pero no
se consume... Tres mujeres representan de alguna manera el poder femenino.
Muestran su sexo y desatan a su alrededor las fuerzas de la naturaleza (Evita en medio de una tormenta de
viento y rayos, Santa Rosa de
Lima en medio de una tromba marina, Gaia -o la Pachamama- surgiendo frente
a las topadoras, provocando un incendio en medio de un bosque seco lleno
de esqueletos). Mostrarlas en el contexto de un país musulmán, tenía un fin
político. El sexo de estas mujeres representa una fuerza natural que no puede
ser dominada.” El tríptico,
valorado en 30.000 U$ se encontraría a caballo entre el arte pop y las “macarradas”,
término que explico en el siguiente post.
Minujín se
caracteriza por una rebeldía activa inclasificable que trasgrede los parámetros
artísticos constantemente. Esta tendencia en el arte es atractiva y peligrosa
por partes iguales, el “desligarse de las ataduras” implica un salto al vacío. He
observado que muchos creadores sudamericanos se amoldan a este corriente. Un
ejemplo de macarra total es la chilena Manuela Viera-Gallo,
que auspiciada por el grupo Arcos Dorados (MacDonallds, paradojas que se dan en
el arte), decidió llevar sus pinturas mitológicas hechas con esmalte de uñas
sobre lienzo a 1500 U$ la pieza. Artista multidisplinar, opera con el espacio y
la materia sin límite alguno, una de sus obras llamadas “This shit could be
gold!” es la escultura dorada de una mierda. Esta chica apunta a ser la Minujín
de Chile y supone, en mayor o menor medida, las antípodas
de la obra de Liliana Porter. A la izquierda Manuela, a la derecha la galerista
chilena Isabel Aninat junto a su cuadro favorito en el centro.
En la feria se respiraba optimismo, alegría. Daba ganas de pasear, preguntar. La artista argentina Cristina Fresca, presentaba su serie “Mirar de nuevo”, tres autorretratos en rojo bermellón y uno amarillo. Curioso, me acerqué a ella que estaba presente para averiguar qué significaba ese color para ella. Primero me explicó, que el reflejo inevitable del cristal era para obligar al espectador a dejarse de ver a sí mismo para poder ver a los demás. Interesante propósito, teniendo en cuenta que en las piezas aparecía ella misma. “¿Pero por qué el rojo?”, insistí con lápiz y papel en mano. “Por la pasionaria”. Por un momento pensé que estaba intentando venderme la obra, al haber notado mi acento español. Había algo que no me cerraba, ¿qué tenía que ver la serie con la Guerra Civil Española?. Miré las fotografías de nuevo. Entonces me dijo “¡La pasionaria es la flor de la pasión!”. Ahhhh!, ahí le dije que hay un personaje histórico español que es la pasionaria que se relaciona a los “rojos”, una mítica mujer combativa. Ella no lo sabía y me prometió que lo miraría, fue un bonito momento porque de alguna manera, la obra cumplió su cometido. El precio de cada fotografía: 9000 $ (pesos argentinos).
Fue un gusto descubrir que ArteBA reserva un
espacio a galerías que están recién comenzando, reservando una tarifa especial
que ganan por concurso. Para mí, aquí estaba lo más interesante de la feria. Los
jóvenes galeristas de varios puntos de la geografía latinoamericana, sin la
presión de tener que recuperar grandísimas sumas de inversión y con un claro
interés por pasárselo bien, contaminaban el aire con su frescura. Hacían
parecer al resto unos carcas muertos de hambre. Aquí la subasta del segundo
billete de 100 pesos de uno de los artistas. Cachondeo había para rato.
Este era el espacio en el que triunfaba el “macarrismo” más auténtico. El origen de esta tendencia se remonta a 1997 con la exposición “Sensation”, en la que varios jóvenes expusieron en la Royal Gallery de Londres. Aquí una fotografía de Danilo Cicive, de PerfectaGalería, según me contó la única galería de arte de Bahía Blanca, Argentina. Le costó decirme el precio de sus dibujos, más que como si le costara negociarlos que otra cosa, una reacción muy humana y que pone de relieve la importancia del galerista como representante del artista que se ve extraño en el rol de vendedor. Finalmente cerró “Videopomo” por 180 U$.
Estas galerías llevaron piezas desconcertantes y difícil de calificar. El rol de galerista se mezcla con el del artista, derrochamdo personalidad en cada stand. Aquí más obras de la galería Felina Superheroína y su propuesta atercioelada, muy vinculada a los nuevos medios de comunicación y por que no, a los rotus carioca.
La euforia de los
stands jóvenes contrastaba con la propuesta de la Galería Rolf, este es otro ejemplo en el que disposición
de la galería compite con el talento de los artistas que contiene. Ciertamente,
demostraba que se puede hacer una selección innovadora sin renunciar a la
elegancia. La excelente atención y el despliegue en su conjunto eran brillantes.
Esta fotoserigrafía sobre fragmentos de acrílico de Graciela Sacco de la serie “Sombras del Sur y del Norte” del 2001, año tan conflictivo para la
Argentina, denuncia que la verdad puesta a la luz construye su verdadera figura
a través de sus luces y sombras, y que como tal no es posible ocultarla. Su
precio, 30.000 U$.
Incluía una
interesante pieza de video arte, también de Sacco, consistente en enclaustrar
unas miradas que nos espían desde el otro lado de la obra de arte. De la serie
“esperando a los barbaros” (1996-2011), nos interroga sobre la esencia del arte
y su contexto artificial. 4000 U$, edición 3/5.
Ananké Assef brillaba por su presencia. El galerista
Fernando Pradilla (galerista de Germán Gómez) trajo una de sus piezas de
videoarte de la serie “Constelaciones” del 2011 que trabaja en torno a la
temática del miedo. Ésta, la única pieza audiovisual, muestra a 10 personas
durante 25 minutos que no saben qué les está por suceder. De repente se les
empieza a llenar la zanja en la que están parados. Assef, es la primera chica
de la izquierda. El precio, 5000 U$ (5 copias).
A modo de
conclusión, termino con la obra que más me llamó la atención y que encontré de
un modo que reproduce muy bien lo que sucede las ferias de arte. Hasta aquí
habíamos visto piezas de ArtPop, la fuerte presencia del macarrismo al estilo Minujín,
o las piezas de orientación clásica y conciliadora. Bueno, esta obra de la
colombiana Adriana Marmorek fue expuesta en los últimos días de la feria para llenar el espacio
vacío que habían dejado las obras vendidas. Me encantó, ese erotismo elegante, la
implícita temática social, y la explícita intimidad que emana de tan sencilla
propuesta me compraron totalmente el corazón artístico que todos tenemos. La
obra, realizada con vidrio soplado estaba valorada en 4500 U$.
Haber encontrado
esta pieza de manera tan fortuita significa dos cosas. Primero confirma que el
principal carácter de una feria artística es el mercado, y que una vez vendida
la obra deja de tener sentido seguir exponiéndola, dando lugar al “stock
sobrante”. Segundo, nos hace preguntarnos cuántas obras quedan en el almacén de
las galerías sin ser expuestas por no tener una clara salida comercial. ¿No
sería más hermoso mantener la selección de las obras hasta el final, con la
intención de preservar el carácter público y museístico que intrínsecamente
tienen las ferias de Arte? Se trata del viejo dilema de valor y precio. Una feria
de arte, ¿a qué debería darle más importancia? No nos equivoquemos, estas
cuestiones no corresponden ser aforntadas por los galeristas ni a los
compradores, si no a la organización responsable tanto del valor como del
precio de la feria de arte. ArteBA, y cualquier feria de arte aspira a mejorar
su marca con este tipo de medidas, humanísticas, de conciencia pública y
cultural. Esta es la erótica del arte, difícil de conciliar, que se mueve entre
los aparatos mercadotécnicos y simbólicos.
Brillaron por su
ausencia artistas clásicos de la talla de Frida Kalo, Anie Marie, u otros
históricos artistas sudamericanos que habrían hecho su agosto en esta edición.
Es posible que esto sea lo que se eche de menos en ArteBA, esas obras de valor
incalculable. A su favor, me parece brillante la idea de dar la oportunidad a
las galerías jóvenes en una entrega tan importante.
Decidirse por una u
otro estilo de gestionar dicha batalla de intereses constituye lo que en
definitiva es el prestigio de una institución. Ya sea Arco, ArteBA o la Bienal
de Sao Pablo, todas se juegan en el terreno simbólico del arte, donde no se
deja pasar ningún detalle y todo cuenta.
Martín Velasco
Bertolotto, @martinvelascob