SOLO EXISTE EL PRESENTE

  Solo existe el presente. 

  En el futuro viven nuestros sueños y en el pasado nuestras explicaciones. El instante, ese momento que cruza el infinito del devenir y del devinió, contiene nuestra existencia. Es un eje que muda la perspectiva de los hechos y sentimientos que instintivamente nos hace olvidar porqué sufríamos o porqué sonreíamos.

  Está claro que nuestra subjetividad es la proa desde la que miramos ambos horizontes -o el sótano en el que jugamos con nuestro tren eléctrico. Por fortuna la vida es más poderosa que la realidad, y en bandeos, tormentas y consuelos agita la inmensidad del instante, quedando aberrado todo lo demás tras su aparición. Desde que ese momento ya no es ese momento, el pasado se trastoca como el futuro se sacude.

  Pero para conocer el punto en el que padecemos nuestra humanidad, entender donde estuvimos, de donde venimos y a dónde queríamos ir, debemos fotografiar constantemente esas dos infinidades que nos crucifican. Kierkegaard escribió que un hombre solo por escribir un diario ya es filósofo, pues trata de captar la infinita perspectiva de nuestra subjetividad, después de todo, escribir de corazón es otorgar la eternidad a lo intrínsecamente efímero: la vida.


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