Crónicas de una vida extresante

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DEPÓSITO

martes, 26 de abril de 2011

NAKERS -extracto de Crónicas desde Dublín-



            Construida a imagen del sueño americano, la casa en la que vivo es un paréntesis adosado a un barrio de las afueras de la periferia de la ciudad. El nombre de mi calle es Killala (como “koala”), y hace gala a una batalla de principios de siglo en la que los irlandeses ganaron a los ingleses.

De Cabra (mi barrio, Dublín 7, numero impar, norte. Norte=Naker), se dicen tres cosas. 1-Fue enclave del IRA durante su activismo. 2-La policía no se asoma ni aunque regalen donuts granizados. 3-Es un nido de Nakers. Yo al principio me las creí todas, ahora sé que solo la 3 es verdad. 



            Para el que no sepa que es un “naker”, la traducción más justa al español sería “rater”, y yo les respeto muchísimo. Todos (nativos y extranjeros) te advierten de sus peligros y puedo decir que no son habladurías. Algún amigo brasileño tiene como prueba una cicatriz en su cara, castigo por hablar en portugués por el móvil en plena calle. Lo más normal que te puede pasar es que recibas una lluvia de huevos como gesto de bienvenida. Si eso te pasa, no te preocupes, no es nada personal. Limítate a correr. Al principio piensas que los nakers son ridículos porque van siempre con capucha puesta, de chándal blanco con las tres bandas clásicas y la manga de los pantalones por dentro de los calcetines rematando sus deportivas. Pero luego te das cuenta que el ridículo eres tú, cuando llegas a casa con los pantalones calados hasta las rodillas y con la necesidad de una ducha (otra lavadora). La edad media de un naker es 10 años.



            Killala Road es una rama de Faussagh Avenue que es una rama de Old Cabra Street que alguna vez vino de Fishborough Road (Fishborough es lo más parecido a Civilización de todos lo lugares mencionados). Faussagh cruza por Killala en el número 100, donde te deja el autobús. Cuanto más subes Killala más te acercas al nido de la serpiente nakeriana. Mi casa vive en el 209. Pero más peligrosa es la lluvia en camino tan largo, el cobijo aquí aun no se ha inventado.

  
            Aquí las energías de uno se le van en descubrir que todo es caro, donde estés o lo que busques. Los que trabajan se pueden permitir los precios porque trabajan en Irlanda. Pero para los que aún no (los nakers y yo) el precio de la vida no nos resulta tan asequible. Me he visto contando lonchas de jamón york totales para la semana. Pero no os preocupéis, es lo más parecido que he encontrado a una rutina laboral (comparación de mercados).

             La patata, barata. El vinagre, barato. El aceite y la mayonesa… carísimos, el queso ¡inasequible! El hurto es hábito común en la Sociedad Desempleado-Naker (SDN), pero yo aun no lo he probado: la Garda (= policía sin pistola) me da mucho miedo. ¿Recordáis esa serie que mostraban a los cops yankis en acción? Pues aquí hay una igual pero de “super-gardas”. Creedme, esa gente aprende unas técnicas de reducción demoníacas, preferirías el dulce beso del cañón metálico en tu sien. Además, en inglés no hay dos palabras para diferenciar “hurto” de “robo”, así que prefiero contar lonchas.


             En la lista de precios disparatados, el transporte público se lleva la palma. Yo solo cojo el autobús. Tienes tres maneras de pagar el viaje, lo normal es con monedas (siempre justo), pero también puedes comprar unas tarjetas que se pasan por la canceladora del autobús y son de dos tipos: tarjetas para x días, o por 90 minutos. Lógicamente, las tarjetas son más caras que el viaje común. OK, yo compro las de 90 minutos (te las venden en paks de 10). Lo normal en nuestra Sociedad de Desempleados-Nakers es imantar las tarjetas para que la canceladora la rechace, entonces el conductor tiene que escribir a mano la hora y fecha en la que caducará la tarjeta. Imaginaos que todos los nakers y los desempleados hiciéramos esto, ¿cuántas veces tiene que hacer la cuenta el conductor al día? Las suficientes para que se niegue a hacerla y te deje pasar sin pagar. Así economizamos el precio del transporte público al 50%, más o menos (muchos aun te hacen la cuenta).

Antes me olvidé de mencionar en cosas graciosas de Dublín, el sistema de autobuses, inventado por un oligofrénico tarado irlandés durante la borrachera de domingo matinal. Él pensó (y otros otorgaron) que lo mejor sería que todas las líneas de autobuses pasaran por el centro de Dublín, pero no “centro” en “general”, sino por la misma calle céntrica las 347 líneas que funcionan actualmente en la ciudad, una avenida de escasos 1300 metros donde incrustaron para celebrar el año 2000 un agudísimo pincho metálico de 50 metros de altura, el gran símbolo de Dublín. Da igual a donde vayas, siempre pasarás por un “center city” eternamente atascado… es la música de la indolencia.






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